Pues yo creo que sí. Por dos motivos. Ellos saben mejor que nadie lo segura que puede ser una nuclear que esté bien mantenida y gestionada y además, en caso de accidente, son los primeros que tendrían que estar al frente del problema.

Los efectos de la radiación en el cuerpo humano tienen que ver con dos cosas. La dosis y el tiempo de exposición. Dependiendo de estas dos variables, la persona puede resultar más o menos afectada. En todo caso, la radioactividad es algo con lo que convivimos a diario. Pero dosis elevadas, como casi todo en esta vida, puede ser mortal.

Qué pregunta más difícil. Chernóbil, al contrario que Japón, está en una zona muy rural y bastante alejada de cualquier núcleo urbano. Casi toda la gente afectada que no trabajaba en la central eran campesinos, y la mayoría analfabetos, con lo cual no entendían muy bien lo que estaba ocurriendo. Esa misma sensación la tuve al ver, aún a día de hoy, la mirada de los afectados que viven dentro de esa zona.

Lógicamente, la primera vez es más impresionante. A partir del segundo viaje, como ya me manejaba mejor por la zona, también pude ver sitios que en mi primer viaje me parecía imposible poder hacerlo. En todo caso, como comprenderás, visitar aquello es como mínimo impresionante.

Sí, ya hace años que debería estar construido un segundo sarcófago muchísimo más seguro que el se construyó después del accidente, pero por oscuros motivos, esa infraestructura no está ni empezada. El sarcófago que cubre a día de hoy el reactor número 4 se construyó en condiciones muy penosas y a día de hoy trabajan más de 500 personas allí en labores de mantenimiento. Las grietas del mismo superan los mil metros cuadrados. Los expertos con los que he hablado allí me confirman que pueden colapsar en cualquier momento y las consecuencias serían muchísimo más terribles respecto a las del desastre del 86.

En general están a favor. Es un país muy poco montañoso y la energía nuclear es fundamental. Incluso muchas de las personas que participaron en las labores de liquidación, algunas gravemente enfermas, me comentaban que en Ucrania no había alternativa a la energía nuclear.

No comparto el informe. Sobre Chernóbil y sus afectados ha habido muchísimos informes; algunos como el de OMS intentan minimizar al máximo las consecuencias del accidente y otros de grupos ecologistas tienden a exagerar este asunto. Creo que aparte de las muertes directas causadas, claramente, por el accidente en fechas inmediatamente posteriores es difícil tener la certeza de que casos de cáncer u otras enfermedades en las zonas afectadas sean consecuencia del accidente de Chernóbil. Todos los expertos médicos especializados en radiología que yo he consultado, así me lo confirmaron. En todo caso hay algo que se nos olvida: las consecuencias a nivel psicológico, que son tan, o más graves, que las ya conocidas por todos.

En Prypiat, el silencio ensordecedor nos pide a gritos que no vuelva a ocurrir.

Curiosamente, no. Accidentes como el de Chernóbil, afortunadamente, es muy difícil que vuelva a ocurrir. Lo que yo creo que hay que hacer es fomentar el ahorro de energía. A día de hoy parece una contradicción pedir el fin de las nucleares con la demanda eléctrica tan grande que tenemos. La situación ideal sería que las renovables cobraran todo el protagonismo posible. Como de momento no pueden atender, por diversos motivos, a la demanda, creo que la nuclear, bien gestionada, es una buena energía de respaldo. En todo caso, la única energía verdaderamente limpia es la que no se consume.

Evidentemente.

La producción de energía es un negocio, quizá el mayor negocio de todos. Es probable que los intereses de los propietarios de las empresas que gestionan la industria nuclear puedan ocultar información de manera puntual y en caso de accidente. En todo caso, hay pocas industrias con controles tan severos y rigurosos y a nivel internacional como la nuclear.

Partiendo de la base de que no soy un experto, y puedo opinar en base a lo que veo como todos vosotros, mi opinión es que es inconcebible que hayan fallado todos los sistemas de refrigeración. Y lo que considero más grave, que se hayan subestimado los estudios sísmicos a la hora de construir la central, puesto que ya había informes previos que avisaban del peligro.

No. Prypiat es una ciudad abandonada, con unos índices de radioactividad muy altos en algunas zonas, en las que está restringido el paso, y en la que la naturaleza está ganando terreno a pasos agigantados. A la entrar en la zona de exclusión, a veces uno piensa que está en un parque natural. Parece increíble que uno pueda ver familias de ciervos en medio de la nieve en zonas donde el dosímetro invita a salir corriendo de allí. En el pueblo de Chernóbil vive alguna gente, aunque la mayoría de los trabajadores que operan hoy en día en la planta (unos 3.000) viven en la ciudad de Slavutych.

Esa era mi intención inicial, pero parece que la crisis en el mundo editorial nos obliga a posponer el proyecto. En todo caso, el día 26 de abril vuelvo a Kiev y a Chernóbil, y espero poder traer material para ese libro y para un proyecto de exposición que ya está en marcha.

Hola Raquel. Un placer saludarte. Yo creo que el ambiente que hay en esas zonas es de resignación. Como ya dije antes, son zonas bastante deprimidas en lo económico y es frecuente ver casos de malos tratos en el seno familiar causado por el alcoholismo y esa especie de fatalismo paralizador que padece esa gente. Aprovecho para destacar la labor de asociaciones como Ledicia Cativa trayendo a Galicia a niños afectados para ayudar a aumentar su calidad de vida. Animo a todo el mundo a ponerse en contacto con ellos e intentar ayudar a esos chavales.

He tenido la oportunidad de hablar con bastantes liquidadores, algunos realmente enfermos, y en la mayoría de los casos comentaban que no se arrepienten de hacer lo que hicieron, y que lo volverían a repetir una y mil veces. En contra de lo que se cree, casi todo el personal que contribuyó a las labores de liquidación era gente cualificada que sabía perfectamente a lo que se enfrentaban. Estamos hablando de que en Japón hay 50 operarios luchando en la central; en Chernóbil ayudaron a minimizar el desastre más de 600.000 personas.

Sobre Chernóbil hay muchas leyendas urbanas. En mis viajes he pasado muchos días dentro de la zona de exclusión y no he visto animales mutantes, y eso que a partir de cierta hora, la carga de vodka me podía invitar a ello. Lo que sí hay en el río que bordea la central son peces de tamaño desproporcionado, pero no sé si debe a una mutación genética o a la constante ingesta de pan que los trabajadores le arrojan a diario desde el puente del tren.

Sí, concretamente, del 25 al 29 de abril estaré en la zona con motivo de los actos del 25 aniversario de la catástrofe. Aprovecharé la visita para la volver a la zona de exclusión. En todo caso, y aunque los niveles de radioactividad siguen siendo muy altos en algunas zonas, el sentido común y el dosímetro tienen que ser siempre tus inseparables compañeros de viaje allí dentro, porque es verdad que la radiación ni se ve, ni se huele, ni se intuye, pero se mide. Y además, a cualquier nivel.

Hay muchísimas teorías sobre eso. Yo con la que me quedo, después de hablar con gente implicada directamente la noche del accidente, es que se llevó la central a unos niveles fuera de lo normal, se desconectaron premeditadamente todos los sistemas de seguridad, y eso llevó al desastre. Me gustaría desmentir otra leyenda urbana que habla de que la central estaba en malas condiciones y sus operarios eran poco menos que el ejército de Pancho Villa. Allí trabajaba la flor y nata de la industria nuclear soviética de la época y la central estaba bien mantenida y gestionada, pero decisiones ajenas a asuntos técnicos y más vinculadas a asuntos políticos y económicos fueron las que causaron el desastre.

Desde luego. Prypiat es una ciudad completamente desmantelada. Poco queda ya dentro de los edificios públicos y apartamentos de lo que había cuando sus desafortunados inquilinos tuvieron que escapar del peligro radiactivo. Muchos de los edificios, algunos de gran altura, pueden derrumbarse en cualquier momento. Aunque quedan algunos “bodegones” preparados para que el visitante ocasional los fotografíe.