Creo que Irak no tiene actualmente muchas posibilidades de esquivar la guerra civil. Y no las tiene porque lo único que mantenía a Irak unido era el terror de Sadam Huseín. Ahora son tres países en un país. Están los chiíes, están los kurdos y están los suníes. Estados Unidos se está equivocando de estrategia, porque para luchar contra la insurgencia, que es suní, está armando a los chiíes y a los kurods. Es decir, está fomentando ese enfrentamiento. Si Irak cae en una guerra civil abierta y total, aquello va a ser una carnicería. Y una muy difícil de parar o de acotar. Es muy probable que los países de la zona entren en el conflicto. Por ejemplo Turquía, que no va a permitir que los kurdos de Irak ganen terreno porque eso podría animar a los kurdos de Turquía. Así que respondiendo a su pregunta, me parece que el futuro a 5 o 10 años es muy negro.

La actual estrategia de EE.UU. en Irak pasa por preparar al Ejército iraquí para que sea capaz de luchar por sí mismo con la insurgencia y de esta forma poder ser capaz de retirarse. En cierta forma sí, es como Vietnam, cuando Nixon preconizaba aquello de la "paz con honor". El problema es que lo que tenía sentido en Vietnam (hacer que una fuerza nacional luchara contra el Vietcong), aquí no lo tiene. Porque en Vietnam había un alzamiento nacional y en Irak no. Lo que hay allí es un alzamiento sectario contra la ocupación (el 85% de los ataques los llevan acabo los suníes). Si armas a un ejército para poder irte, acabarás armando a los chiíes y a los kurdos contra los suníes. Y eso es, nuevamente, una guerra civil. Por eso los soldados, al menos con los que yo he hablado, a pesar de que se quieren ir de una vez a su casa, piensan que EE.UU. no puede abandonar el país. Porque si se fueran ahora mismo, el país iría directo a una carnicería.

Irak está lleno de contratistas de todo tipo. Tienes, por ejemplo, a KBR, la filial de Hulliburton, que es una empresa privada y que se dedica a proveer al Ejército norteamericano de casi todo. Desde comida, duchas, acceso a Internet. Todo. Son un montón. Tienes también un gran número de empresas de seguridad. En Bagdad, en la Zona Verde o Zona Internacional, la seguridad está a cargo de una empresa americana que emplea a chilenos, peruanos, hondureños y todo tipo de latinoamericanos. Claro que les pagan unas diez veces menos que lo que cobra un europeo por ese trabajo. Respecto a nuestro tiempo libre, no sabría qué contestar. Cuando vas a un sitio como Irak estás trabajando todo el día.

En vez de contestarle con mi opinión le contestaré con la de los iraquíes con los que he hablado en esta ocasión y en las otras dos en las que estuve en Irak. Cuando Bagdad cayó, una gran mayoría de los iraquíes estaban contentos. La dictadura de Sadam Huseín no había sido precisamente fácil para ellos. En agosto del 2003, le pregunté a un chií de Diwaniya llamado Alí qué pensaba del futuro. Alí había perdido a su padre, a su hermano y a varios amigos a manos de Sadam. A él mismo lo habían encarcelado sólo por ser chií. Y me dijo: "Lo que este país necesita es otro Sadam, pero bueno". Lo que quería decir, lo que él veía, era que su país no estaba preparado para la democracia y las libertades de Occidente. Que para ellos lo primero y prioritario era un mandatario y un gobierno fuertes, que garantizara la seguridad. Eso no ha pasado. Hoy Irak es uno de los lugares más inseguros del mundo, y no sólo por la resistencia. En este último viaje un suní de Balad me decía: "Ya no puedo ni salir de casa, ni ir a Bagdad. Me matarían". Es decir, que para el común de los iraquíes, chiíes o suníes, este Irak es mucho peor que el de Sadam. Y no he puesto a los kurdos en la lista porque ellos, parece ser, que son los únicos que en su zona tienen un poco de calma y prosperidad.

Si tuviera que quedarme con una imagen de este viaje, quizás sería la del cruce de miradas entre una mujer iraquí y un soldado norteamericano cerca de Balad. El soldado registraba la casa de la mujer, en busca de un tipo que creían que suministraba armamento a la resistencia. En aquella mirada estaba contenido toda la incomprensión que media entre los dos mundos. Entre la mujer que ve a un extranjero, vestido para el combate, con todas las protecciones posibles, que no habla su idioma, que entra en su casa sin llamar, armado hasta los dientes. Y el soldado, que mira con sospecha a la mujer, que cree que le miente, que tiene en la cabeza que esa mañana ha perdido a un amigo que ha volado por los aires por una bomba. Y en esa mirada, ves todos los errores que se han cometido. La falta de previsión después de la guerra y el daño irreparable de los abusos y las torturas de Abu Ghraib. La herida infinita. La distancia, el abismo.

Pues un poco de todo. La verdad es que Al Zarqawi, el hombre de Bin Laden en Irak, hizo un buen análisis al inicio de su lucha. Vio que podía hacer daño a los americanos, comprometerlos en una lucha incómoda, irregular, frustrante. Pero vio también que si quería ganar tenía que llevar el país al límite, bajo la vieja doctrina troskista de que "cuanto peor, mejor". Él sabía del odio eterno entre suníes y chiíes. Y lo aprovechó. Los ataques contra los chiíes empezaron y subieron cada vez más de nivel. Si los chiíes no respondieron fue porque su líder espiritual, el ayatolá Sistani, les dijo que se quedaran quietos. Pero tantas han sido las matanzas que la posición de los moderados de Sistani ha quedado muy erosianada. Ahora las nuevas figuras son radicales, como Moqtada al Sadr, el hombre que ordenó los ataques contra las tropas españolas cuando estaban en Diwaniya. Y los chiíes han respondido con sus milicias y han masacrado a un montón de suníes. El objetivo de Zarqawi queda más cerca. Hacer que esa guerra civil le explote en la cara a Estados Unidos. Y lo está consiguiendo.

Podría entrar en una discusión eterna sobre si lo que hay ahora es una guerra civil o no. Lo cierto, lo evidente, es que cada día aparecen docenas de cadáveres en las cunetas, torturados y mutilados. De suníes o de chiíes. Lo cierto es que, en la zonas mixtas, donde viven los dos grupos, los que son minoría ponen pies en polvorosa. Y lo cierto es también es que los chiíes y lo suníes del resto del país no quieren ir a Bagdad porque saben que por el camino la facción rival les va a dar el paseíllo. Sí, hay guerra civil, aunque quizás no sea abierta, total y, por supuesto, no tenga frentes.

El miedo de los planificadores norteamericanos era ese. Porque si uno lleva la democracia a Irak, tiene que saber que las elecciones las van a ganar los chiíes, y más precisamente los chiíes conservadores. Vamos, que tendrían otro Irán. Hay que entender que Irak es un país poco preparado para la democracia, porque la democracia es un sistema que se basa en el individualismo. Es decir, yo, pertenezca al grupo étnico, religioso o cultural al que pertenezca, voto según mis ideas políticas. Eso en Irak no pasa. Los chiíes votan a los chiíes, los suníes a los suníes y los kurdos a los kurdos. Eso, como ya he dicho da primacía a los chiíes, pero no quiere decir que los lleve a ser una teocracia a la iraní. De hecho, a pesar de la hermandad religiosa con Irán, los chiíes iraquíes y los iraníes tienen una diferencia fundamental: la raza. Los iraquíes son árabes, los iraníes persas. Y eso marca. Y marca también la guerra entre los dos países. Irán, desde luego, está ganando en influencia, pero yo no veo al país tan cerca de eso. Sobre todo porque sería inaceptable para suníes y kurdos.

Entre Vietnam e Irak hay una diferencia fundamental, al menos en este tema. En Vietnam los soldados, para que me entiendan, iban a hacer la "mili". Es decir, forzados. Sin preparación psicológica, obligados. En Irak son voluntarios, profesionales. Además, a pesar de que el apoyo a la guerra va disminuyendo en EE.UU., la gente todavía apoya a las tropas. Incluso cuando está en contra de la guerra. Porque el apoyo a los soldados va más allá de la política del Gobierno. Dicho esto, le contaré una charla que tuve con tres soldados sobre el tema. Uno de ellos, de apellido Short, me contó que en su casa le consideraban un héreo, pero que no pudo contener las lágrimas el día que su hija pequeña le preguntó si había matado a alguien. Otro, que estaba junto a Short, me contó que pasó dos días fenomenales cuando llegó a casa. Incluso alguien pagó su factura en un restaurante. Pero a la semana siguiente le estaba gritando a su madre como lo hacia con sus soldados y caminaba por las calles de su pueblo mirando las azoteas para ver si había francotiradores. No es una experiencia fácil. Short me dijo. "No tengo ni 30 años y ya he visto más de lo que quisiera". Es la guerra.

Los datos dicen que si eres periodista tienes más posibilidades de morir. Somos el grupo que, en proporción, más muere en Irak. Resulta que matar a un reportero te da más prensa que matar a un montón de iraquíes. Así que la cosa está clara. De todas formas ser occidental, sea cual sea el empleo, es mal asunto hoy en Irak. La gente espera horas y horas un helicóptero en Bagdad para hacer un trayecto que en coche dura cinco minutos. Sólo porque saben que si alguien los ve en un coche y se dan cuenta de que son extranjeros, las posibilidades de que los maten, secuestren o roben, están entre altas y altísimas.

Por supuesto. Yo cuando voy allí sigo teniendo mi familia, mis amigos y mi vida aquí. Allí soy un turista del horror. Con un billete de vuelta. Y un turista voluntario, porque tengo elección y elijo ir. Los que no tienen elección y se quedan allí son los iraquíes.

Creo que vivimos en un país donde la gente no es responsable. Donde a nadie se le piden cuentas por lo que ha hecho. Creo que los que llevaron a la guerra a España deben respaldar con hechos y con datos las razones por la que decidieron apoyar una invasión. Dicho esto, también creo que un país responsable, que ha elegido responsablemente a su Gobierno, tiene que afrontar las decisiones que se toman. Esto es, que si se decidió ir a la guerra, hay que hacerse cargo de las consecuencias. Y esas consecuencias son un país destrozado, desestructurado. Nosotros teníamos unas tropas allí para apoyar la estabilidad del país. Y las quitamos. Y creo que todo el debate entre quitarlas o mantenerlas se centró en nuestras propias opiniones y nuestra propia integridad moral como país. Creo que a nadie, o casi nadie, se le ocurrió pensar qué era mejor para los iraquíes. A mí es lo que me importa, me importa más el destino de ese pueblo y la sangre que allí va a correr que los programas electorales de cualquier partido.

La resistencia la forman dos grandes grupos: los nacionalistas suníes (la gran mayoría) y los fundamentalistas de Al Zarqawi. Los ataques contra las tropas norteamericanas son en su mayor parte obra de los nacionalistas, pero los fundamentalistas, con sus ataques contra los chiíes y contra la población civil, además de contra los norteamericanos, están llevando la situación al límite.

Los kurdos iraquíes ya tienen, de hecho, un territorio independiente en el norte de Irak. No sé si darán el paso a la independencia total, porque eso podría generar unas tensiones con vecinos como Turquía. Para mí la gran incógnita es qué va a pasar con Kirkuk, la Jerusalén de los kurdos y uno de los mayores campos de petróleo de Oriente Medio (tiene una tercera parte de todas las reservas de petróleo de Irak). Si cae bajo control kurdo, Turquía ya advirtió que atacaría el norte de Irak, porque eso haría a los kurdos demasiado peligrosos. Ahora mismo, los kurdos son los grandes ganadores de lo que ha pasado en los últimos años. Tienen un territorio propio, autogestionado, con unas milicias reconvertidas en policía y ejército, apenas sufren ataques y están viviendo un boom económico total.

Cubrí la invasión con los kurdos, la inmediata posguerra con los chiíes y ahora he tenido algunos contactos con los suníes. A mí me parecen una gente fascinante, orgullosa y muy hospitalaria. Son guerreros fieros y están poniendo en jaque a la mayor maquinaria militar de todos los tiempos. Creo que lo que pase en Irak va a definir el mundo que vamos a conocer en los próximos años y los iraquíes van a ser, en gran parte, protagonistas. Para bien o para mal.