Sí, la mayoría de los partidos político sy sobre todo la ciudadanía apoyan un control del medio litoral en materia urbanística. El problema puede ser la velocidad para afrontar estas iniciativas que puede que sean inútiles para algunos tramos ya de costas, que muestran un elevado nivel de alteración.

Sí, pero los desastres no pueden comenzar a contarse desde el Prestige, deberíamos ir a una valoración a mayor plazo temporal e incluir actuaciones como las concentraciones parcelarias, las reforestaciones masivas con pinos y eucaliptos, la construcción irracional de infraestructuras públicas y otros elementos que degradan y alteran el medio ambiente.

Este tipo de comunidades deben ser conservadas dentro de espacios naturales protegidos y, por lo tanto, su gestión debe hacerse mediante planes técnicos que aseguren su conservación a medio y largo plazo; gestión que debe realizarse en ocasiones al margen de la gestión forestal del resto del territorio.

Esta pregunta es muy similar a la anterior. Para algunos tipos de ecosistemas será necesario plantear quemas controladas a medio o largo plazo, a fin de favorecer una estructura de la comunidad que permita mantener su diversidad.

En la mayoría de los casos la apertura de viales así como las propias líneas de evacuación de la electricidad se realizan sin criterios ambientales propiciando la formación de pequeños torrentes y por lo tanto incrementando la fuerza erosiva en los tramos de cabecera. Deberían plantearse una evaluación de las repercusiones de estos parques eólicos a fin de mitigar su afección sobre la dinámica hidrológica.

Esperemos que no. Pero de cualquier modo las inundaciones son frecuentes en los inviernos de Galicia, bien sea en la zona litoral o en el interior.

El mecanismo no funciona. Se modifican las riberas, se canalizan los ríos, se crean paseos fluviales...todo ello financiado y autorizado por los organismos competentes, lo que demuestra que la normativa ambiental y la normativa territorial están desfasadas y deberían actualizarse en comparación con la de otros países de la Unión Europea.

Lo que no entiendo es como se le puede otorgar la bandera azul. La situación en el tratamiento de aguas urbanas en los grandes núcleos del litoral de Galicia es una asignatura pendiente que debería acometerse cuanto antes. La problemática de estos vertidos afecta tanto al medio ambiente como al valor de los productos marisqueros y pesqueros que progresivamente tendrán más trabas para su comercialización al proceder de aguas contaminadas.

Los anfibios son un elemento diagnóstico de una alarmante situación en la que día a día se destruyen sus medios de vida, es decir, los humedales y por consiguiente se altera la dinámica hidrológica de las cuencas.

Este tipo de obras no deberían ser autorizadas por los organismos competentes. No se pueden seguir desarrollando actuaciones en el litoral sin tener en cuenta las repercusiones a medio o largo plazo, más aún cuando los escenarios del cambio climático global sitúan a Galicia como un área crítica en relación con las modificaciones que se producirán en el territorio.

Habría que exigir responsabilidades a los promotores y a las autoridades que permiten el desarrollo de ciertos proyectos, incluso habría que plantear la modificación del Código Penal. Las indemnizaciones deberían mantenerse para aquellos ciudadanos que han visto mermados sus recursos o sus actividades económicas.

En muchos casos sí. A la problemática de la especie se debe unir la forma en la que se realizan las repoblaciones, que en muchos casos supone la destrucción de la dinámica hidrológico-forestal y, por consiguiente, facilita la aparición de riadas y de otros procesos erosivos.

La situación de la Ría del Burgo es alarmante, tanto por los problemas de contaminación, el marisqueo ilegal, así como por la presión urbanística. Es un triste ejemplo de la mala política ambiental que reina en nuestro país.

Podría ser una solución, aunque también podría plantearse el incremento de recursos para las instituciones existentes, que en muchos casos no pueden desarrollar este tipo de trabajo por falta de apoyos institucionales.

En todos los manuales técnicos se coincide en señalar la importancia de la vegetación de rivbera y de la propia vegetación del cauce como amortiguador de los episodios erosivos, es decir, de las riadas. Eliminando la vegetación de ribera y canalizando los cursos, lo único que conseguimos es incrementar la capacidad erosiva de las aguas.

Desde un punto de vista ambiental los mayores problemas derivarían de la llegada de grandes cantidades de partículas en suspensión así como restos de ramas, troncos, junto con enseres de carácter doméstico que se depositan sobre ecosistemas mareales sepultando las comunidades que en estos habitan. Por otra parte el incremento de aguas continentales conlleva un descenso en la salinidad de los tramos interiores de la ría, estableciendo condiciones que no permiten la viabilidad de muchas especies, sobre todo de algunas que tienen aprovechamiento como producto marisquero.

Probablemente la modificación de los ríos. Con otro tipo de red hidrológica las avenidas no hubieran tenido problemas en los tramos bajos aunque en las rías sus efectos se hubiesen probablemente mantenido.

Desgraciadamente en el país de los mil ríos no ha de quedar uno que mantenga un estado de conservación favorable. En todos encontramos infraestructuras mal planificadas, construcciones en las riberas, así como una gestión inadecuada de la vegetación.

No, no existe.

A la vegetación de ribera no se le puede achacar la culpa de las inundaciones, todo lo contrario. Este tipo de vegetación reduce la velocidad de las aguas y evita por lo tanto los problemas de las riadas. Que las riberas permanezcan inundadas durante una parte del año es un fenómeno natural y el bosque de ribera tiene un papel fundamental en el mantenimiento de los sedimentos. Lo que habría que cortar serían las formaciones de especies invasoras que desplazan a las comunidades naturales.

Sí. Las riadas no son un fenómeno anormal, ni tampoco poco frecuente. Aparte del proceso natural, existe una acción humana que es capaz de incrementar la magnitud del problema y transformarlo en una catástrofe. La gestión de catástrofes es también una materia ampliamente documentada en diversas partes de nuestro entorno.

El cambio climático no es algo nuevo, existe desde los inicios del planeta. La magnitud que muestra en las últimas décadas se relaciona con la interferencia de la actividad humana y existen varias pruebas demostrativas de la magnitud de este cambio.

Las grandes infraestructuras modifican las corrientes, por ello deben realizarse a partir de estudios serios y que evalúen su incidencia ambiental, bien sean las corrientes de los cursos fluviales como en otros componentes ambientales.

Habría que tratar de recuperar el cauce de los ríos o, al menos, en los tramos que deba mantenerse entubado incrementar el diámetro de las conducciones. No se puede hacer pasar todo un río por dos tubos de hormigón de medio metro de diámetro.

Quedan algunas en el interior de Galicia, en la zona montañosa, donde todavía los efectos de la especulación urbanística no tienen todavía fuerza.

Hay que ser realistas y optimistas, Realistas para valorar la situación en la que vivimos y optimistas para esperar y exigir que esto mejore.

Sí, existen algunas actuaciones en este sentido promovidas por los organismos de cuenca hidrográfica pero todavía se está en una fase inicial que debería desarrollarse y seguir apoyándose.