Non, creo que o perfil do goberno ten unha forte compoñente técnica, mentras que o perfil do parlamento ten, coma non podía ser de outro xeito, unha maior compoñente política. Lonxe de ser un inconvinte, pareceme que o contraste adecúase moi ben ás diferentes naturezas do executivo e do lexislativo e que debera ser un elemento moi positivo na laboura do Goberno.

No sé, obviamente, porque no puedo saberlo, como influirá el Gobierno. Es algo que veremos en el próximo futuro. Pero de la estructura del Gobierno y de quien ocupará la cartera de Hacienda se deduce una clara preocupación por el control del gasto, lo cual es absolutamente lógico teniendo en cuenta la situación en la que estamos, que se define, entre otras cosas, por una fuerte caída de los ingresos fiscales como consecuencia de la fuerte contracción de la actividad económica.

O que prometeu o Goberno non foi revisar a lei de Normalización Lingüística senón derogar o decreto que desenvolve esa lei no ámbito concreto do ensino primario e secundario.Creo que a derogación do decreto é unha medida indispensable para facer efectivo o principio de cooficialidade lingüística previsto na nosa Constitución. Esa cooficialidade desaparece no momento en que se prima unha lingua claramente en detrimento da outra. Por outra banda creo que sería moi importante recuperar o consenso lingüístico, polo menos, entre as dúas grandes forzas políticas de Galicia e se isto fora posible, que me parece moi difícil, entre as tres forzas con representación parlamentaria.

No, creo que estamos acostumbrados a un tipo de conselleiros o ministros que pueden serlo de una cosa o de la otra indistintamente, porque carecen de cualquier perfil técnico o, en todo caso, porque el que tienen no se ajusta para nada a la responsabilidad que se les ha encargado. Si un Gobierno de técnicos es un gobierno en el que cada uno de los consejeros tiene preparación para la materia que le ha tocado como responsabilidad y experiencia en esa responsabilidad, pues ojalá todos los Gobiernos fueran Gobiernos de técnicos.

Sin duda alguna, y dada la aguda situación de crisis económica, la economía será una prioridad del Gobierno que acaba de tomar posición. Es cierto, y el propio presidente lo reconocía en su discurso de investidura, que el margen de maniobra de un Gobierno autonómico en el ámbito de la economía es limitado, y más todavía en una situación de crisis internacional como la que vivimos. Pero espero que el Gobierno ponga toda la carne en el asador para obtener un buen acuerdo de financiación, para impulsar sectores productivos fundamentales de la economía gallega, y para ayudar en las medidas de sus posibilidades a quienes están sufriendo de forma más directa la recesión. Por lo demás, y al margen de la economía, hay esferas de una extraordinaria importancia: la ordenación del territorio o la educación serían quizás las principales.

El problema debe enfocarse desde dos perspectivas distintas aunque sucesivas. Primero, y si es posible legalmente, debe impugnarse el acuerdo tomado en unas condiciones difícilmente aceptables. Segundo, y en ese caso, debería proceder a reabrirse el concurso para resolverlo con un cumplimiento estricto de la legallidad (cosa que no se hizo anteriormente) y con una transparencia absoluta.

De hecho la reforma administrativa es ya una realidad desde hace años. Nuestra administración autonómica viene experimentado un proceso de modernización desde hace mucho que le permita servir mejor los intereses generales. Eso no quiere decir que no haya camino por recorrer y que no se puedan adoptar medidas de modernización burocrática y de simplificación administrativa que acerquen la administración a los ciudadanos. La decisión de reducir el número de delegaciones provinciales creando dos superdelegaciones me parece que marcha en ese camino y debe ser saludada como una medida que podría dar muy buenos resultados.

¡Cómo no va a existir Lugo! Claro que existe. De hecho uno de los grandes desafíos del Gobierno será el de atender en igualdad de condiciones a toda Galicia: a las cuatro provincias, a a la Galicia urbana y rural, a la Galicia interior y costera, a la Galicia anciana y joven. Eso no quiere decir que el Gobierno no tenga la obligación inexcusable de fijar un orden de prioridades y que ese orden no pueda traducirse en políticas concretas que favorezcan más a unas zonas que a otras. Seguro que usted sabe que la igualidad no consiste en trata igual a todo el mundo sino en tratar desigualmente a los desiguales, es decir, en no discriminar a nadie.

Yo solo conozco personalmente a algunos de los conselleiros. Pero, en todo caso, viendo su perfil y sus currículums no se me ocurriría definirlos desde luego como a hombres de Fraga. Generacionalmente están a una distancia inmensa de uno de los fundadores del PP. Políticamente sería suficiente con decir, para marcar el contraste, que mientras Fraga fue ministro de la dictadura franquista parece por edad que todos los actuales conselleiros han nacido para la política en la actual España democrática. Claro que son conselleiros del PP, pero eso parece lógico teniendo en cuenta que ha sido el PP quien ha ganado las elecciones. ¿no?

Non sei se a decisión máis correcta e máis do futuro que podería tomar hoxe o PSOE é a de designar como secretario xeral a un político que, para dicilo dun xeito comprensible, comezou a súa carreira cando existía Unión de Centro Democrático. É difícil dicir cando debe retirarse un político, pero non parece complicado soster que o que hoxe necesita o PSOE se diferencia bastante do que traduce a personalidade, a traxectoria e a historia persoal e política do señor Vázquez.

La cohesión o no de un Gobierno, tanto en el ámbito económico como en cualquier otro, depende de su praxis y por tanto debe ser analizada siempre a posteriori. Lo máximo que podemos decir ahora es que todos los conselleiros tienen en común que conocen el tema del que se van a ocupar y que pertenecen, con pocas diferencias, al mismo grupo generacional. Por lo demás, la cohesión de un Gobierno depende en fortísima medida de la capacidad de liderazgo de quien lo preside. La experiencia del Bipartito lo demuestra así, a sensu contrario, con toda claridad.

Se podría responder con una tautología: representan al PP porque los ha designado el candidato del PP que ha ganado las elecciones. Pero soy consciente que la pregunta puede tener otra dimensión y es la de si los conselleiros representan al PP que hemos estado acostumbrados durante los 16 años de fraguismo. Y en ese sentido me parece claro que, afortunadamente, los miembros del Gobierno que acaban de ser designados no responden al perfil del PP de todos conocido. Si eso era lo que pretendía el presidente de la Xunta parece fácil reconocer que ha acertado.

En principio, y a la vista de los currículums de los miembros del Gobierno, parece más bien todo lo contrario. Todos los consejeros tienen una amplia experiencia en la materia de la que van a encargarse. ¿Es imaginable un Gobierno con mayor peso técnico y político? Por supuesto, siempre es posible imaginar algo similar, aunque la comparación entre este Gobierno y, no digo ya el bipartito, sino los Gobiernos de Fraga, creo que deja al actual en muy digna posición.

Yo creo que este Gobierno gustará o no gustará en función del acierto o desacierto con el que desempeñen sus funciones los miembros que lo forman. A los Gobiernos se les juzga siempre por su ejecutoria. No creo en ese sentido que los votantes del PP sean diferentes a los demás. Si lo que usted quiere preguntarme es si el Gobierno responde a la correlación de fuerzas interna del PP, no puedo contestarle porque mi conocimiento del PP como partido es escaso.

Non hai política ou polo menos non hai boa política sen xestión. Os cidadáns eliximos aos Gobernos coa esperanza de que resolvan os nosos problemas, o cal esixe, sen dúbida, capacidade política, pero moita e boa xestión. Podería dicirse en ese senso que a mellor política é a que resolve, do mellor xeito, a maior parte de problemas posibles. Polo demais a solidariedade entre persoas e territorios debería facerse efectiva a través dos instrumentos de solidariedade interpersoal (sobre todo a través do mecanismo fiscal), e é de esperar que os cambios que o novo Goberno poida introducir na política fiscal non vaian no camiño de diminuir esa solidariedade senón, en todo caso, no de aumentala.

Es probable que constantes cambios de estructura en el Gobierno no favorezcan la estabilidad necesaria para una buena gestión. Hemos tenido un ejemplo reciente con la decisión del Gobierno del señor Zapatero de cambiar en menos de un año de criterio en relación con la dependencia o no de Universidades de Educación. Sin embargo es cierto que la estructura del Gobierno debe poder adaptarse a las prioridades programáticas de quien llega a él y ello ocurre también en el ámbito comparado. Sería oportuno de todos modos que algunas grandes políticas, estoy pensando en la educación, por ejemplo, tuviesen un alto grado de estabilidad que, por desgracia, no tienen. Pero eso no es tanto cuestión de estructura como de voluntad política, de consenso entre los grandes partidos de España y de Galicia.

Si hemos de fiarnos de lo que ha dicho el señor Vázquez (que no le daría ni un minuto de tregua al Gobierno) y de la actuación de los portavoces del PSdeG y del BNG durante el debate de investidura, parece fácil concluir que la oposición será dura y constante. He de decirle que eso me parece lógico y que no cabe esperar otra cosa en un Estado democrático, donde la finalidad de la oposición mayoritaria es, básicamente, la de acceder al Gobierno. Lo deseable sería en todo caso que esa política de oposición fuese compatible con la existencia de grandes acuerdos en aquellas materias en las que el acuerdo entre los partidos es indispensable para el éxito: el ejemplo de la Educación al que antes me refería puede volver a ser aquí muy adecuado.

O primeiro que teño que dicir é que dende o meu punto de vista moi poucos dos problemas que hoxe ten Galicia esixen para resolverse unha reforma estatutaria. De feito se Cataluña non tivera reformado o seu Estatuto é máis que probable que ninguén estivera falando hoxe en Galicia de reforma estatutaria. Pero ben, postos xa na perspectiva desa reforma, creo que habería dúas regras que se poderían sentar como regras procedimentais adecuadas: a primeira, que sería desexable que o novo Estatuto contase co apoio das tres grandes forzas políticas de Galicia; a segunda, que completa e corrixe a anterior, que ese acordo non pode ser o resultado da imposición da minoría. Para dicilo con claridade, o BNG non pode pretender estar dentro do consenso Estatutario sobre a base de que os partidos que representan a inmensa maioría dos galegos acepten todos os seus criterios, que son moi respetables pero que son moi minoritarios.

El Gobierno del Estado está una situación extremadamente difícil por dos motivos fundamentales. En primer lugar porque carece de mayoría parlamentaria y de aliados para conformarla. Si esa situación se mantuviera a medio plazo, antes o después el presidente Zapatero tendría que disolver las cámaras y convocar elecciones anticipadas. En segundo lugar, el Gobierno está desde mi punto de vista en una situación de profundo deterioro, incapaz de hacer frente a la nueva situación política creada por la crisis. Zapatero ha apostado por hacer ministros a personas básicamente obedientes, lo que no suele ser habitualmente garantía de éxito.

Sin duda alguna. El Estado de las Autonomías ha sido una de las aportaciones fundamentales de la nueva España democrática. Sin él esa España sería incomprensible. No le negaré que el sistema autonómico presenta problemas de estructura y de funcionamiento que se han agravado tras el disparate de la segunda descentralización pero ello no quiere decir en absoluto que podamos prescindir de un tipo de Estado que ha garantizado la más larga etapa de convivencia en paz y libertad de nuestra historia. El sistema autonómico ha contribuido además a un reequilibrio de la riqueza territorial que no se hubiera podido producir con un Estado centralista.

Si dejamos de lado al presidente, tengo gran aprecio personal y en alta estima intelectural al conselleiro de Presidencia, Alfonso Rueda, al que conozco desde hace años. Ya sé que a usted le gustaría que también le dijera quién es el conselleiro que menos me gusta pero mi escaso, cuando no nulo, conocimiento personal de los demás, haría mi respuesta absolutamente injusta para el afectado.

El presidente prometió reducir a 10 las consellerías y eso le ha obligado a unir algunas materias que quizás, en un Gobierno con más consellerías, podrían haber estado separadas. En todo caso insisto en que la estructura no es el elemento fundamental. Mucho más importante me parece que todos los conselleiros conozcan en profundidad la materia de la que van a encargarse, lo que creo que no es una garantía de éxito pero debería ayudar a conseguirlo.